El Ser en Heidegger

 

Martin Heidegger, autor de Ser y tiempo (1927)


A principios de marzo del año pasado, recién instaurado el confinamiento general en España por la pandemia, recuerdo haber escrito un artículo sobre Parménides y su ontología. "El Ser en Parménides" lo titulé, dando claro aviso del posible tedio que su lectura pudiese provocar al intrépido lector o lectora y evitar así granjearme enemistades entre mis bienqueridos asiduos del blog. En aquel momento no me sentía muy confiado en mi conocimiento sobre la filosofía de Parménides, y fue exactamente esto la principal motivación para abordarla sin tapujos, con la esperanza de que en el trayecto de la lectura de bibliografía y posterior escritura del artículo arrojara luz donde antes no había sino oscuridad y dudas. Rememorando todo aquello, me di cuenta que resultó ser una buena praxis para comprender grandes temas de mi interés, y el poder compartirlo con todas esas personas que coinciden conmigo en estas humildes inquietudes no hacía otra cosa mas que insuflarme ánimo para volver a tomar este camino, en este caso, con Martin Heidegger. Antes de dar comienzo me gustaría recomendar al lector/a que echara un vistazo al artículo sobre la figura de Parménides, con fecha 17 de marzo de 2020 en este mismo blog, ya que será un contexto perfecto para comprender con mayor facilidad el pensamiento del filósofo alemán que hoy nos atañe.

Martin Heidegger nace en la localidad germana de Messkirch, en el actual estado federal de Baden-Wurtemberg del sudoeste del país, en el año 1889. Criado en una familia católica de hondo calado, estuvo tentado a ejercer el sacerdocio pero con sus prontas lecturas de, primero, Sobre la múltiple significación del ente en Aristóteles de Franz Brentano y después el descubrimiento de la filosofía griega destacando en ella autores como Parménides y al propio Aristóteles, acabaría por decidirse por una vida dedicada al estudio y a la docencia. Fue destacado alumno del Edmund Husserl, fundador de la fenomenología trascendental y con ello del movimiento fenomenológico, del que Heidegger sería deudor durante toda su vida, dejando por escrito una cariñosa dedicatoria a su mentor en su mayor obra, y uno de los libros más influyentes de la historia de la filosofía, Ser y tiempo, del año 1927. Da comienzo este ensayo con un fragmento del texto de Platón El sofista, que dice así:

Porque manifiestamente vosotros estáis familiarizados desde hace mucho tiempo con lo que propiamente queréis decir cuando usáis la expresión ‘ente’; en cambio, nosotros creíamos otrora comprenderlo, pero ahora nos encontramos en aporía

"La pregunta es la devoción del pensar", solía decir en muchas de sus conferencias que dio en vida, y podemos decir con total seguridad que para Heidegger solo cabía la necesidad de plantearse una: el ser.
Proclamó numerosas veces que la civilización occidental olvidó esta pregunta, confundiendo el ser con el ente, y que mediante la metafísica y sus instrumentos lógicos de clasificación de las cosas como entes nos dispersamos, con el único ánimo de poder categorizar todo aquello que existe y con ello encontrar un principio único que ordene el cosmos. A colación de esto, escribe Aristóteles en su Metafísica:

Lo buscado desde antiguo, ahora y siempre, y aquello en lo que la investigación fracasa una y otra vez es qué es el ser

Este fracaso se ha disfrazado de saber empírico, provocando el olvido del ser e incluso el olvido de ese olvido. Heidegger quiere dar la vuelta a todo esto, desea cambiar el enfoque de forma radical y sentencia que desde el pensamiento filosófico anterior a él -entiéndase aquí la forma de pensar de la metafísica- se rige de forma binaria, dicotómica; provocando esto que la multiplicidad de todo aquello real se acabe comprimiendo y reduciendo a esta perspectiva. Blanco o negro, bueno y malo, bello y feo, útil e inútil. Y, se preguntará el lector/a, ¿por qué esta cosificación de las cosas? Para conocer el motivo debo primero explicar dos conceptos fundamentales en el pensamiento de Heidegger: el Angst y el Dasein:

El Dasein resulta quizás el concepto más importante del filósofo alemán, que se compone de las palabras «ser» (sein) y «ahí» (da), significando «existencia» o, traducido de forma literal, «ser-ahí». El ser humano es arrojado a la existencia, no elige nacer ni llegar al mundo, pero él mismo es dotado por la consciencia de conocimiento y asombro del mundo que le rodea, es decir, le conforma como sujeto con apertura al ser, lo que le diferencia del resto de entes como sería una piedra, un árbol o un animal. Estos no se interrogan sobre el sentido de las cosas y toman igualmente contacto con su entorno, sin ser conscientes del mundo que les rodea. Los entes solo poseen entorno, no mundo. Lo que nos llevaría al segundo concepto fundamental, el Angst  o "angustia", que designa el estado que sobreviene en el darse cuenta del que la existencia del «ser-ahí» o Dasein, cuyo rasgo fundamental es el de un arrojamiento al tener que ser, no se sostiene en otra cosa que en ese tener que ser mismo. Este estado de "crisis" nos llevaría a la imperiosa necesidad de dar un porqué al ser, y es aquí cuando para Heidegger la metafísica cumple su máxima función: la del anestésico.
El ejemplo más notorio de concepto metafísico que podemos sacar a la palestra es el de Dios, ente ordenador de todo lo existente, principio y fin único de todas las cosas que cumple de manera sublime su propósito de bálsamo para esta angustia. 

Cabaña en la Selva Negra donde Heidegger llevó a cabo su retiro

La existencia inauténtica de la que habla Heidegger en su obra Ser y tiempo se caracteriza por la cotidianidad, por la comprensión del mundo de acuerdo con la interpretación de la opinión común. El "se" piensa, el "se" dice y el "se" actúa de manera pública, por todos conocida. Dice Heidegger: 

Disfrutamos y gozamos como se goza, vemos y juzgamos sobre literatura y arte como se ve y juzga; incluso nos apartamos del ‘montón’ como se apartan de él; encontramos ‘escandaloso’ lo que se encuentra escandaloso. El ‘se’, que no es nadie determinado y que son todos, si bien como suma, prescribe la forma de ser de la cotidianidad

Por otro lado, la existencia auténtica se basa en la plena consciencia de nuestra posibilidad más propia: nuestra finitud. El ser humano es, en su última instancia, un ser-para-la-muerte. Citando una de las frases más icónicas del pensador alemán,  "La muerte es la posibilidad de la imposibilidad de todo proyecto". Es una posibilidad que pertenece exclusivamente al individuo, pues “nadie puede asumir el morir de otro. Todo ‘estar ahí’ tiene que asumir siempre, personalmente, su propia muerte. En la medida en que la muerte ‘es’, es siempre radicalmente mi muerte”. 

Es hora de destacar que Heidegger fue un gran crítico de la técnica, concepto que podemos identificar con carácter general con la tecnología y los nuevos estilos de vida, más frenéticos y desesperantes. No es difícil presuponer que numerosos pensadores de su tiempo y posteriores se encontraran diametralmente en oposición con sus reflexiones, empezando con los pensadores positivistas, los cuales defendían y defienden una perspectiva científica del pensar. 


Heidegger cree que la ciencia moderna trata de convertir a toda cosa en ente. Con ánimo de poder catalogar todo bajo un mismo orden, provocando que cuanto más se cosifica una cosa -o ente-, menos es en sí misma, alterando el espíritu genuino de aquello que es. Sentencia en su obra que el ser no se puede explicar ni nombrar, solo cabe escucharlo. En sus últimos escritos, Heidegger acabará tachando el verbo "ser" (sein) cada vez que aparece en sus reflexiones como manifestación del fracaso de la metafísica.

La influencia de Heidegger en la filosofía solo se puede comparar con pensadores de la talla de Platón, Aristóteles o Descartes entre otros, ya que a partir de sus obras se genera un nuevo capítulo de la historia de la filosofía contemporánea, el cual dejaría una huella profunda en los filósofos venideros hasta nuestros días. Entre ellos hubo numerosos detractores, en gran medida por su enigmático y oscuro pensamiento y sus relaciones con el nacionalsocialismo, mas conocido como movimiento nazi, en la Alemania de la década de los años treinta del siglo XX. Para otro artículo daría sin duda alguna este profundo debate sobre la biografía de Heidegger, en el cual trabajaría encantado si así complaciera a algún curioso lector/a del blog asique si este es tu caso, ¡házmelo saber!

Con o sin polémica, resulta imposible entender el actual pensamiento posmoderno predominante en nuestro presente sin la filosofía de Martin Heidegger y su análisis ontológico, con el cual aprendimos que el ser única y exclusivamente se nos presenta, retirándose.




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