Marco Aurelio y el estoicismo, explicado en tres aforismos

Relieve del monumento honorario de Marco Aurelio, Sumisión de los Germanos

Notable es la figura de Marco Aurelio Antonino Augusto, apodado el Sabio, en la cronología de la historia de Roma. Declarado heredero, junto con Lucio Vero, del emperador Antonino Pío, fue la primera vez que el imperio fue gobernado por dos co-emperadores, dando la posibilidad de poder dividirse el poder en el seno de Roma. Este formato volvería a darse en el futuro pero nunca con tanta armonía como durante el mandato de Aurelio y Vero.

Este buen entendimiento entre ambos resultó fundamental para acometer, de forma coordinada, la defensa de las fronteras, las cuales sufrían un hostigamiento continuo de germanos y marcomanos por una parte, y de una beligerante Partia por otra. A la muerte de Lucio en el 169 d.C, Marco Aurelio tomó las riendas del imperio bajo mandato único, con lo que se dispuso a combatir contra las tribus germanas, que llegaron a cruzar los Alpes hasta llegar al norte de la península itálica, las cuales logró frenar su avance y expulsar de territorio romano.

En el 175 d.C se enfrentó a la rebelión de Avidio Casio y sus legiones del Este, al haberle llegado la noticia falsa de que Marco Aurelio había fallecido a causa de una enfermedad. Una vez que se supo que el emperador seguía vivo y que se hallaba en camino, Avidio Casio fue ejecutado por sus propias tropas. Aprovechando la ocasión, Marco Aurelio y su mujer Faustina llevaron a cabo una gira visitando las ciudades orientales, apaciguando el descontento de las mismas con la administración imperial. Es en este momento es cuando visita la ciudad de Atenas, declarándose ante sus habitantes como protector de la urbe y de la filosofía.

Al poco de celebrar su triunfo en Roma por la victoria sobre el rebelde Avidio, resulta necesario que se traslade al frente del Danubio donde consigue victorias sobre las tribus bárbaras. Durante esta campaña cae enfermo y acaba muriendo en la villa de Vindobona, en la actual Austria.

Fue durante todas estas campañas militares cuando escribió la obra por la que pasaría a la historia de la filosofía. Meditaciones es un conjunto de aforismos escritos con una belleza peculiar, que intentan exponer el gobierno ideal, basado en la virtud, comenzando por el gobierno de uno mismo ante lo que es y lo que le acontece. Un manual del buen vivir por el que parece que no pasan los años. Me gustaría compartir con el lector tres meditaciones citadas de forma literal, pudiendo observar de este modo la frescura del pensamiento de Marco Aurelio:

Libro III, meditación 10.

- Desechado, pues, de ti todo otro cuidado, pon sólo la atención en unos pocos preceptos. Y acuérdate que cada uno no vive más que en el presente, indeciblemente pequeño. El resto de la vida, o ya se acabó de vivir, o es incierto. Brevísimo es, pues, el instante que cada uno vive, brevísimo el espacio donde habita, brevísima la fama de la posteridad. Y aún ésta no existe más que por una sucesión de pigmeos que morirán muy en breve, que no se conocen a sí mismos, y todavía menos al hombre que murió tanto antes.

Uno de los textos donde podemos observar un gran definición del carpe diem o "vive el momento presente", siendo este el único real e inmutable que nos concierne. El lamento por el pasado es tan perturbador para el alma como la preocupación por un futuro incierto, siendo ambos no manejables para el ser humano.

Libro V, meditación 24.

- Piensa en la totalidad de la substancia de la cual participas en muy pequeña proporción; y en la totalidad del tiempo, del cual te ha cabido un intervalo breve, infinitamente exiguo; y en el destino, del cual eres una parte mínima.

La reflexión sobre el Yo, de la persona misma y sus límites, la ejerce Marco Aurelio en este caso sobre su contrario. Intentar percibir el Todo y su cosmovisión, de la manera que fuera, es crucial para una alma humilde y honrosa. De la cual emanará siempre virtud y equilibrio. Sé consciente de tu finitud.

Libro VIII, meditación 52.

- El que no sabe lo que es el mundo, no sabe dónde se encuentra. El que no sabe para qué nació, no advierte quién es él mismo ni qué cosa es el mundo. El hombre que carece de alguna de estas noticias, no podría decir con qué motivo vino al mundo. ¿Cuál te parece, pues, que será el que ambiciona elogios o huye de los vituperios de aquellos que no saben dónde están ni quiénes son?

El ser humano "de una pieza", conocedor de sus límites e interioridad, no ansía elogio externo ni lo necesita para su supervivencia. Únicamente aquel que sufre la gran desdicha de no saberse, es presa de lo que sucede en torno a él. Existirá por y para complacer, no para complacerse.

Me sigue fascinando, como el primer día, la lectura de la obra prima del emperador filósofo. Recalquemos que en su momento se podría decir que era el hombre más poderoso del mundo. Rodeado de lujos, fortunas inimaginables y decenas de miles de soldados bajo su amparo. 

Por nada de todo lo anterior se vanaglorió. No era importante.

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