Fatalidad y libertad, una visión estoica de la existencia




Párate un momento. Si si, me estoy refiriendo a ti. Permíteme, estimado lector/a, que podamos hacer una introspección conjunta de nuestras vidas. Es más, no hay mejor momento que el ahora para hacerlo, en mi presente redactando este artículo y tu presente al leerlo, convirtiéndose en el mismo momento. En un instante mutuo.

Ahora pensemos en nuestro día a día. ¿Qué es lo que tememos, cual es la fuente de la que emana todo nuestro miedo y sufrimiento? Existen casi infinitos motivos. Desde la preocupación por la salud de un ser querido, la inmensa incertidumbre sobre nuestro futuro laboral y/o económico, el distanciamiento o rechazo de la persona amada, el vértigo de nuestra mortalidad...  Recoge todos esos pensamientos, concuerden o no con los expuestos, y tráelos a primera línea. Reflexionemos sobre los mismos.

¿Tienen solución? ¿Puedo hacerles frente sin quemarme vivo en el intento?

En el mundo que nos toca habitar, repleto de incógnitas y de exacerbado frenesí, es crucial detenerse y plantearse el rumbo a seguir en pro de nuestros intereses e inquietudes personales. ¿Podemos manipular nuestro exterior? ¿Soy capaz de que mi ser querido recobre su salud, de que la persona a quien amo sienta lo mismo por mí o de colmarme de éxitos por los cuales ser reconocido por los demás? Si así fuera no sigas leyendo. Este artículo no va dirigido hacia aquellas personas que, por el motivo que fuera, se ven así mismos como dioses. A estos últimos lo único que puedo aconsejarles es que ahorren todo lo que puedan para futuras sesiones de psicoterapia.

La fatalidad de la existencia es ineludible para todos. Abrazarla antes de que se abalance contra nosotros, primordial. Todos sufriremos reveses en nuestras andaduras vitales, los cuales no dependerán de acciones u omisiones nuestras en su mayoría. Aceptar el devenir, crudo a veces y dulce otras, es de suma importancia, ya que no es asunto que nos atañe ni que podamos cambiar a nuestro antojo.

Esta interiorización de la fatalidad del destino nos hace libres. Y nos preguntaremos ¿Cómo esto es así? ¿Por qué esta forma de habitar la realidad nos libera? A priori nos condena a sufrir un sentimiento de impotencia sin parangón. Pero como todo en la vida, las cosas no son lo que parecen a primera vista. El destierro de la voluntad de control sobre nuestro exterior nos convierte en expertos observadores de nosotros mismos, de nuestro interior inmediato. Es decir, de nuestro arte de vivir con lo que y quienes nos rodean, respetando la otredad de estos bajo la virtud suprema del amor fati.

Disfruta de los momentos que pases con los seres queridos con mermada salud, atrévete a mostrar tu amor a quien lo profeses sin miedo al rechazo, ya que obrarás tal y como crees que debes obrar y reflexiona sobre que es fundamental en tu andadura vital. Lo irreemplazable, la cotidianidad del placer de existir.

«Aunque debieras vivir tres mil años y aun diez veces otros tantos, acuérdate siempre que no se pierde otra vida que la que se vive y que sólo se vive la que se pierde. Así, la más larga vida y la más corta vienen a reducirse a lo mismo».  Marco Aurelio 121 - 180 d.C

En última instancia se necesita un equipaje ligero para realizar esta travesía. El que acarreas en tu cabeza pero no pesa sobre tus hombros.




Comentarios

  1. Imperfecto relator14 de abril de 2020, 14:26

    Europa es una Babel sin remedio. Lo peor de todo es que así se cede más cancha todavía a los nacionalismos exacerbados.

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  2. Imperfecto relator14 de abril de 2020, 14:29

    Evidentemente, quería comentar el relato "La hora de Europa", pero mi torpeza lo ha impedido. Mis disculpas.

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    Respuestas
    1. ¡Sin problema! Lo importante es que muestres tu opinión respecto a los textos. Sin duda Europa se encuentra en una encrucijada, si ya no lo estaba antes de la crisis, y que solo con el paso del tiempo veremos su destino o su fin.

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