La hora de Europa

Pintura de Bansky sobre la Unión Europea

El pasado 26 de Marzo tuvo lugar una videoconferencia de todos los gobernantes de los países de la Unión Europea. ¿De qué hablaron? como podemos observar fácilmente, no sobre la estrategia sanitaria a desarrollar ante la pandemia, ya que cada país de la unión está realizando por su cuenta su propio plan sanitario. El motivo de esta videoconferencia es otro, menos importante en el presente (la cifra de muertes en Europa es preocupante y sigue en aumento, especialmente en España e Italia) pero crucial tanto en el futuro cercano de los países europeos.

¿Cómo actuar en un contexto, casi apocalíptico, que empieza a asomar en las mermadas economías del sur de Europa? Grecia, España e Italia siguen teniendo un déficit público preocupante desde la crisis de 2008, lo que significa que en tiempos de recesión, en el caso de que necesiten liquidez para reavivar sus propias economías o, en la peor de las situaciones, caer en bancarrota, será mucho más difícil encontrar préstamos a un tipo de interés manejable. El riesgo para los prestamistas de que España o Italia no pague la deuda contraída es notoriamente mayor que en el caso alemán o finlandés, para ser claro y conciso.

En la reunión del pasado 26 de Marzo, España, Italia, Grecia, Portugal, Francia, Bélgica, Eslovenia y Luxemburgo abogaron por la mutualización de la deuda pública que se contraerá para superar la crisis del Co-Vid 19. Es decir, que la Unión Europea en su conjunto tome la decisión de ofertar deuda pública, aglomerando en el mismo bono tanto la deuda española o italiana, con la alemana o austríaca.

Esto último no convence para nada a los países del norte de Europa. El hecho de aceptar los bonos conjuntos de deuda, llamados coloquialmente "coronabonos", haría que estados como Holanda, Alemania y Finlandia, entre otros, se hicieron cargo de una deuda pública mayor que la suya propia. La respuesta de Angela Merkel a esta cuestión fue contundente: Nein.

El problema de fondo es el siguiente. La Unión Europea se enfrenta al hastío de la población de muchos países que la conforman ante la respuesta que den las instituciones comunitarias a la pandemia. Es el momento en el que debe haber una respuesta conjunta y solidaria y muestre que esta unión de países es más que solo un mercado común de mercancías.

El lector o lectora de este artículo seguro que conoce las últimas declaraciones de Antonio Costa, presidente de Portugal, sobre la intervención en la reunión del jueves anterior del ministro de finanzas holandés Wopke Hoekstra, tachando de "repugnantes" las palabras de este último. Wopke había inquirido en la cuestión de cómo países como España e Italia no tenían, después de 7 años de crecimiento porcentual del PIB en la eurozona, suficientes recursos para afrontar esta crisis, y pedía una investigación sobre esto. Aunque las palabras del holandés sean, por la situación crítica en la que nos encontramos, totalmente reprochables, quiero romper una lanza a favor de lo que dijo. Me parece preocupante que una economía como la española sea tan frágil. ¿Qué lleva haciendo mal España desde hace años o décadas? Como mínimo somos pésimos gestores de la riqueza que generamos, convirtiéndonos en un país de pandereta respecto a otros estados más pequeños, tanto en población como en PIB, que tienen más margen para maniobrar con crisis económicas, sanitarias y sociales.

Debemos hacer una autocrítica feroz de nuestros políticos y de nuestra propia sociedad, ya que el futuro de la persona que está leyendo este artículo, como el mío propio, se prevé que será caótico, lleno de incertidumbre y de una precariedad sin parangón.

El papel de la Unión Europea en estos momentos es crucial. Es su hora de la verdad. Si se toman medidas pasadas erróneas y parciales, como en la crisis de 2008, si cada país de la Unión mira solo por sí mismo y no por el conjunto, será el fin de la Unión. O retomamos las premisas de los fundadores de las comunidades europeas, que se encontraban en una Europa arrasada por dos guerras mundiales y enemistados los pueblos que la conformaban desde hacía siglos, o resultará una estampida de países europeos hacia fuera de la Unión, como Gran Bretaña. Lo cual nos abriría un futuro totalmente impredecible.

Por último y para finalizar, querría agradecer a mi amigo Óscar por la pequeña clase sobre macroeconomía, bonos y deuda; la cual me permitió escribir este artículo con la mayor veracidad y sencillez posible.




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