Eros y Tánatos, un acercamiento psicoanalítico

Las reyertas estériles de Eros y Tánatos, de Mauricio Gómez Morín

Como lo prometido es deuda, traigo al lector la segunda parte sobre las figuras de Eros y Tánatos desde distintas perspectivas. En el primer artículo, el cual podéis encontrar en las entradas de Enero del blog, abordo ambos conceptos desde una lectura estética, apoyándome en poemas de Goethe de profundidad lírica admirable. Os animo que le echéis un vistazo si os es de interés el tema.

En este caso nos centraremos en el trabajo de Sigmund Freud sobre la incipiente psicología de inicios del siglo XX. Aunque muchos de los libros de Freud se traten, a día de hoy, más de ciencia-ficción o pura literatura que estudios científicos, sería totalmente erróneo, a la par que injusto, no otorgarle al médico vienés importancia capital y una valentía intelectual notoria en un tiempo en el que no existía respeto ni había cabida en el ámbito científico para las teorías psicoanalíticas. Algo que aún a día de hoy arrastramos, me podrán confirmar estudiantes o trabajadores del sector que lean este artículo.

Sigmund Freud publica en 1920 Más allá del principio de placer, estudio que marcó un punto de inflexión en su trabajo. Acababa de dar término la I guerra mundial, llamada popularmente como la Gran Guerra, en 1918. Europa se convirtió en un campo de batalla enorme donde millones de seres humanos murieron en un conflicto donde, además de los muertos y heridos en combate, los traumas psicológicos fueron de gran calado. Así lo cuenta el propio Freud en su consulta de la calle Berggasse, en Viena, donde trató a supervivientes de la guerra.

En contra de lo que había deducido años anteriores, Freud observó que los pacientes, en su mayoría antiguos soldados en el frente, rememoraban los episodios traumáticos llegando en ciertos casos a recrearlos de forma vívida. Estas manifestaciones que mostraban una compulsión de repetición en sus pacientes, le llevo a plantearse su propio concepto del principio de placer, contraponiendo el mismo a la, denominada por el mismo, pulsión de muerte o Tánatos.

Como había explicado en obras anteriores, las pulsiones impulsadas por el principio de placer se hallaban en el origen de todas las tendencias que favorecen la vida, tanto propias como ajenas, tales como la amistad, el cuidado, el amor etc. Estas pulsiones actuaban a favor de la unión, en pro de la agregación y armonía. Dirigido todo ello por la figura mitólogica de Eros. Siendo gran amante de la mitología griega Freud, no podría haberlo ejemplificado de mejor manera.

Por el contrario, al observar la recreación de estos episodios traumáticos en sus pacientes, llegó a la conclusión que en la psiqué humana entraban en conflicto las pulsiones descritas con anterioridad, es decir Eros, junto con otro tipo de pulsiones, las de muerte o destrucción, véase en este caso Tánatos. Estas últimas expresaban la tendencia de todos los seres vivos a regresar a un estado inorgánico, al equilibrio absoluto que encarna la muerte. En conjunto, todas estas pulsiones afectan desde al individuo hasta la sociedad en su conjunto. Tanto pueden conllevar la paz entre los pueblos, el amor de una pareja; como al asesinato de un amigo por envidia o la más cruenta de las guerras entre estados vecinos.

Eros promueve la vida en sociedad, la unión, la creación de lazos. Tánatos la destrucción de estos últimos, el caos y la barbarie.

En los tiempos que vivimos, ¿bajo que influencia creéis que nos diría Freud que estamos?

La historia es solo gente nueva que comete viejos errores, diría. Esperemos que no tenga razón.

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