Condición ¿inhumana?

Colones japoneses en Manchuria en plena segunda guerra mundial

El hecho es que la capacidad humana para la vida en el mundo lleva siempre consigo una habilidad para trascender y para alienarse de los procesos de la vida, mientras que la vitalidad y viveza sólo pueden conservarse en la medida en que el hombre esté dispuesto a tomar sobre sí la carga, fatiga y molestia de la vida.
Extracto de la Condicion Humana de Hannah Arendt
¿Qué es la condición humana? ¿Sobre qué versa y qué define? ¿Existe una única e indivisible o, por el contrario, varía dependiendo del momento histórico-social del ser humano?
Como estas, hay infinidad de preguntas sobre el concepto. Preguntas que nos llevarían a una inescrutable generalidad si no la enmarcamos en un instante exacto, de menor o mayor prolongación, de la línea temporal humana. 
En este texto quiero exponer de forma breve, apoyándome en los conceptos capacidad humana y vitalidad de Arendt como contrapuestos, la problemática epistemológica de la sociedad del rendimiento en la actualidad, término que acuña  Byung-Chul Han en su libro La sociedad del cansancio.
¿Qué problemática es esta y sobre qué trata? la respuesta a esta pregunta va a girar en torno a una sola palabra: inmediatez
La llegada de las nuevas tecnologías en el campo de las telecomunicaciones abrió todo un mundo de posibilidades, una capacidad humana superior y más sotisficada y a solo un click de distancia. Esto, a priori, resulta deseoso y necesario para el avance del conocimiento humano y, por ende, de la civilización en sí. 
¿Por qué, a mi juicio, esto no termina siendo así? En este gran salto hacia adelante nos olvidamos de una cosa o, mas bien, aparcamos o dejamos en el tintero nuestra condición como seres humanos. Esa vitalidad que nombra Arendt en su libro conlleva una enorme responsabilidad para uno mismo, responsabilidad inherente a cualquier concepto de libertad que se precie porque, por mucho que nos cueste asimilarlo, la libertad comienza en la responsabilidad plena sobre actos y omisiones de un individuo. 
Kant decía que la Ilustración es la salida del hombre de su auto-culpable minoría de edad. Uno mismo es responsable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo.
Añadiría que, en nuestro caso, la carencia de entendimiento también forma un escollo en la consecución de esta mayoría de edad. En la sociedad de rendimiento que habitamos el tiempo es productivo o no es. Estamos expuestos a continuos estímulos externos los cuales nos incitan, ya sea directa o subliminalmente, a no parar, a empezar y finalizar cosas sin cesar, sin ningún tipo de fin mayor que la propia auto-complacencia efímera.
En un mundo con estas características, ¿dónde queda el conocimiento? Cualquier trabajo en este campo necesita de reflexión, de parar la maquinaría inexorable de la sociedad del rendimiento, de poder equiparar en la balanza la vitalidad del individuo respecto a la capacidad humana predominante en la época.
Por último, recalcar que todos los avances que vienen sucediendo en las últimas décadas, que acaban conformando la citada numerosas veces en el texto capacidad humana, si acaba predominando sobre la propia vitalidad, traslada al ser humano a una minoría de edad perpetua, a un estado de indefensión continuo y, a la vez, nostálgico, en el que la evitación de las responsabilidades inherentes al individuo se convierte en norma. Lo que, de forma inevitable, acaba resultando de una pereza de la razón y entendimiento.

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